Un profesor de una escuela de enfermería les puso un pequeño examen a sus alumnos. Casi todos eran bastante estudiosos, por lo que no tuvieron dificultad en responder las preguntas, hasta que llegaron a la última.
La pregunta era: “¿Cómo se llama la señora que limpia la escuela?” Los alumnos se miraron unos a otros con signo de interrogación, pensando que quizá se trataba de una broma. Algunos sabían cómo era la mujer; alta, con cabello oscuro y de unos 50 años. Pero nadie sabía su nombre.
Entregaron sus exámenes sin contestar. Al final de la clase, un estudiante preguntó al profesor si la última pregunta contaría para la calificación. El profesor respondió “Por supuesto. A lo largo de sus carreras se toparán con muchas personas, cada una de las cuales es importante y merece su atención. Hasta una simple sonrisa o un ‘hola' es un acto de respeto”.
Los alumnos entendieron la lección. Y también aprendieron el nombre de la mujer que hacía el aseo: Dorothy.
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Roberto A. Cóceres.
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