14.5.08

De ladrillero a conquistador

Todos tienen algo que dar

Pedro, cuando fue llamado, lo único que podía ofrecer eran peces y una barca, pues era pescador. Sin embargo, al ser salvo por Jesucristo y lleno del Espíritu Santo, pudo ofrecer mucho más que eso: vida eterna en Jesús, milagros, prodigios, sanidad, paz, gozo, libertad, etc.

Así le dijo al cojo en la puerta del templo: “Pedro, con Juan, fijando en él los ojos, le dijo: Míranos. Entonces él les estuvo atento, esperando recibir de ellos algo. Mas Pedro dijo: No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy; en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda”.

Estos hombres habían ocupado el tiempo en hacer algo más que oro y plata, y eso dieron. Ahora ya tenemos más que ofrecer de lo que teníamos antes. “Lo que tengo, doy”. Si preparamos personas que tengan algo más que dar, edificaremos la iglesia que Dios ha querido siempre. Jesús quiere que ofrezcamos más de lo mismo que hemos recibido.

Jesús dijo: “Y yendo, predicad, diciendo: El reino de los cielos se ha acercado. Sanad enfermos, limpiad leprosos, resucitad muertos, echad fuera demonios; de gracia recibisteis, dad de gracia”. Mateo 10:7-8

De demandantes a ofertantes

Cuando la persona viene a Jesús, viene con demandas y espera que a través de la palabra y la unción, sus demandas sean satisfechas. Se les da, y al consolidarlos y saciar sus necesidades, se les convierte de demandantes en ofertantes.

Una de las tareas nuestras es motivar a la gente hasta que diga “esto tengo que dar”. Hay gente que posterga su restauración porque les gusta sentir lástima de sí mismas. Las iglesias están llenas de gente consumidora y no productora. Esto hace que los pastores tengan muchos aficionados y pocos comprometidos.

En el ejército de Dios hay muchos generales, pero pocos oficiales y soldados. Los generales están guerreando, cuando deberían estar dirigiendo la batalla.

Ninguno puede hacer una obra si no tiene una mente de ofertante. El Señor prometió al pueblo de Israel que los sacaría de Egipto y los llevaría a la tierra prometida. Él le dijo a Moisés: y le diréis: Jehová el Dios de los hebreos nos ha encontrado; por tanto, nosotros iremos ahora camino de tres días por el desierto, para que ofrezcamos sacrificios a Jehová nuestro Dios”. (Éxodo 3:17-18)

Dios dejó claro para qué quería hacer libres a los israelitas: para que pudieran ofrecer. Cuando las personas son libres de sus aflicciones y ataduras, debemos guiarlos a que puedan ofrecer a Dios.

“Después Moisés y Aarón entraron a la presencia de Faraón y le dijeron: Jehová el Dios de Israel dice así: Deja ir a mi pueblo a celebrarme fiesta en el desierto. Y Faraón respondió: ¿Quién es Jehová, para que yo oiga su voz y deje ir a Israel? Yo no conozco a Jehová, ni tampoco dejaré ir a Israel. Y ellos dijeron: El Dios de los hebreos nos ha encontrado; iremos, pues, ahora, camino de tres días por el desierto, y ofreceremos sacrificios a Jehová nuestro Dios, para que no venga sobre nosotros con peste o con espada”. (Éxodo 5:1-3)

Dios quiere que su pueblo sea libre y le celebre fiesta. A los israelitas se les olvidó quiénes eran, y creyeron que eran solamente esclavos de Egipto y que dependían de ellos para comer. Creyeron la mentira y por eso llegaron a tener mentes de demandantes. Peor que eso, llegaron a pensar como ladrilleros, como esclavos; para ellos era inconcebible la idea de ofrecer algo, solamente pensaban en demandar. Pero la realidad era otra. Fue a causa de la sabiduría de José que en tiempos antiguos pudo comer todo el pueblo de Egipto; no fue a causa de Egipto que comió Israel. Nosotros no estamos bien a causa del mundo; el mundo está bien a causa de nosotros. Nosotros le damos sabor al mundo, pues somos la sal de él.

Éxodo 1:8-14 menciona que los egipcios necesitaban de su mano de obra. El Faraón se aprovechó de esto para oprimir al pueblo de Dios para que no se multiplicaran, matando a los hijos varones. Esto quiere decir que Satanás tiene estrategias para que no nos multipliquemos.

Lee Éxodo 5:5-20 y verás las palabras mentirosas que hablaron a los hijos de Israel. Les dijeron que como estaban ociosos, se les ocurría esta idea de ser libres y hacer fiesta y les pusieron más trabajo. De igual forma el diablo trata de meternos mentiras para que no hagamos lo que Dios quiere y no le sirvamos. Faraón tenía su estrategia. Decía “estos están ociosos”. El diablo le mete a las personas a la cabeza que deben darle a Dios solamente los tiempos de ocio. Luego, ataca eso poniendo más trabajo. Como resultado, los cristianos le dedican menos tiempo a Dios. Puede darse por ser promovidos o porque se aumenta la cantidad de trabajo, pero al verse apretados recortan el servicio. Eso lo programó el diablo. Hay que desprogramarlo con la ayuda del Espíritu Santo.

Siempre el primer tiempo que se recorta cuando estamos cargados es el de Dios. ¿Por qué las personas no dejan de ver televisión o ir al gimnasio para dedicarse más a Dios? Pero si Dios encuentra gente que siempre le hace tiempo a Él sin importar la carga, el diablo ya no tiene más tiempo que cargar.

El Señor quería liberar al pueblo de Israel de la opresión que tenían, enseñándoles a ser ofertantes; Él quería que celebraran fiesta en el desierto y que se levantaran como un ejército conquistador que tomara la tierra prometida. Pero a los Israelitas les costó creerle, pues tenían una mente de ladrilleros, una mente estrecha que no les permitía verse a sí mismos como Dios los veía. Por eso no le creyeron a Dios y quedaron postrados en el desierto, no entrando en la tierra prometida.

Dios se fastidia de ver lo que Faraón hizo en la mente de ellos, pues cambió su mentalidad a puros demandantes. Por eso, lo primero que le dijo fue “sal y me ofreces”. Porque Él tiene que cambiar nuestra mente. Cuando eres transformado por el Espíritu Santo, puedes ofrecer algo a Dios.

Mientras más se pone usted en la línea del que ofrece, más próspero será. Nosotros no somos del tercer mundo, somos de otro mundo, pues nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde esperamos al Señor. Si tu mente piensa que eres del tercer mundo, seguirás pensando como mediocre y no lograrás llegar a ser un conquistador.

Si tú vas a ser líder, tienes que tener mente de ofertante y persistir hasta que las cosas se den. Yo soy un ofertante. Tú eres un ofertante. Vamos a ofrecer.
Por Cash Luna.


Roberto A. Coceres

No Mires Atras. Parte 1

Dios comienza siempre con el final. Si sabes definir el final, sabes por dónde comenzar. Si no defines lo que quieres, no sabes por dónde comenzar.

El que comienza sin saber a dónde va a llegar, va a cualquier parte, y llegar a cualquier parte no es bueno porque pensamos que fue por suerte o casualidad, que Dios no lo hizo y que nosotros no hicimos nada. ¿Por qué concluyes tan rápido que Dios no quiere? Para concluir que el Señor no quiere darte algo, primero debes chequear si has ido más allá de donde has llegado, debes ver si has orado lo suficiente, y si aún así la respuesta es no, será después. Dios no juega contigo, si Él lo prometió, lo cumplirá. Él toma en serio tu fe y no la defrauda.

Mientras oraba, el Señor me dio una Palabra diciendo: “Dile a mi pueblo que no retroceda, que no vuelvan atrás por nada”. ¡No vuelvas atrás! Sigue adelante, cueste lo que cueste, creyéndole a Dios cada día por algo mejor para ti y los tuyos.

La Palabra del Señor en Jeremías 7:23 dice: “Mas esto les mandé, diciendo: Escuchad mi voz, y seré a vosotros por Dios, y vosotros me seréis por pueblo; y andad en todo camino que os mande, para que os vaya bien”.

Para que te vaya bien, necesitas caminar por el camino que Dios te manda. El problema que muchas personas tienen es que quieren las bendiciones de Dios, más no las órdenes; tienen un Dios para pedir, pero no para ofrecer; tienen un Dios para pedir, pero no para obedecer. Dios tiene órdenes.

Regularmente, la gente define las órdenes de Dios en diez mandamientos. Pero, la definición de pecado que da la Biblia es saber hacer lo bueno y no hacerlo. Cuando sabes cómo presentar un buen reporte y aún así no lo haces, es pecado. Cuando sabes que debes atender un cliente y no lo haces, es pecado. Dios tiene un mandato y es hacer lo bueno. Es decir, si sabes sacar 100 y sacas 90, estás pecando porque sabes sacar 100.

El Señor dice que para que te vaya bien debes andar por el camino que Él te ha ordenado. Si sabes acatar las órdenes de Dios, Él te bendecirá grandemente. El camino del cristiano se hace mientras que obedece.

Cada vez que tienes la oportunidad de elegir entre lo bueno y lo malo, elige lo bueno. Aunque el resultado inmediato no sea el mejor, sigue obedeciendo, porque mientras sigas acatando las leyes de Dios, llegarás al punto donde Él te quiere tener. Si tienes un negocio en el que debes pasar billetes por debajo de la mesa, déjalo. El camino a la obediencia es el más sencillo, simplemente decides obedecer y no hay más qué hacer. Cuando empiezas a obedecer, comienzas a andar en un camino mejor, el que Dios te ordenó para que te vaya bien.

En el verso 24 la Palabra continúa diciendo: “Y no oyeron ni inclinaron su oído; antes caminaron en sus propios consejos, en la dureza de su corazón malvado, y fueron hacia atrás y no hacia delante”.

Dios quiere que vayas hacia delante, no quiere a nadie caminando para atrás. Él nos puso los ojos adelante para que no caminemos hacia atrás. Por ejemplo, no puedes manejar un carro viendo el espejo retrovisor a menos que desees retroceder. Cada vez que una persona ve hacia atrás, es la primera señal que da, que quiere volver atrás. En Proverbios 30:30, la Biblia dice que el león no vuelve atrás por nada. Nosotros debemos ser como el león que siempre camina hacia delante.


El problema de tu futuro reside en la mirada que vives haciendo al pasado. No vivas de la gloria pasada. ¿Por qué insistes en ver atrás? ¿Quieres volver? ¿Cuánta gente dice que quisieran volver a la época en que sus hijos estaban pequeños? ¿Cuánta gente desea volver a la época en que acababa de convertirse? En lo personal, yo no, estoy mejor así. Mi amor por Dios es superior al que un día tuve, ahora es sensato, objetivo y obediente. Lo otro estaba cargado de emociones, era bonito más no efectivo. Puede que antes brincaras y cantaras aleluya, pero tu vida iba para atrás. Hay quienes tienen la alabanza del cangrejo, alzan bien las manos, pero no caminan para adelante, caminan para atrás.
Cuando la gente mide qué tan bien está en el Señor, lo hace midiendo qué tanto se le quedan las escrituras. Dios bendice a los hacedores de las Escrituras, así que actúa conforme a la Palabra de Dios. Aunque no recuerdes dónde queda un pasaje, sé un hacedor de la Palabra. Por Cash Luna.